lunes, 11 de enero de 2021

"Desgracia" de John Maxwell COETZEE



Título: "Desgracia" 


Autor: J.M. COETZEE 

Editorial: Debolsillo 

Temática: Novela Contemporánea 

Nº de páginas: 272 

Edición: 2018 

Primera edición: 1999 


Sinopsis: 
A los cincuenta y dos años, David Lurie tiene poco de lo que enorgullecerse. Académico, dos veces divorciado y experto en poesía romántica inglesa, docente de la Universidad Técnica de Ciudad del Cabo, que pierde contacto con la meretriz que solía frecuentar debido a que ésta decide reformar su vida. Aunque intenta, empleando detectives privados, volver a contactarse con ella, es rechazado.

Apaciguar el deseo es su única aspiración; sus clases en la universidad son un mero trámite para él y para los estudiantes. Inicia entonces una relación con una de sus alumnas, Melanie Isaacs, con quien tiene intimidad forzándola, y en más de una oportunidad. El novio de la joven, Ryan, se encara al profesor. Poco después, Melanie desaparece de las clases que dicta Lurie, renunciando a su matricula. Finalmente es denunciado ante las autoridades universitarias por la alumna ante las autoridades universitarias. 

Cuando se destapa su relación con una alumna, David, en un acto de soberbia, preferirá renunciar a su puesto antes que disculparse en público. Rechazado por todos, abandona Ciudad del Cabo y va a visitar la granja de su hija Lucy. Allí, se dedica al agro y al cuidado de mascotas ajenas, poco tiempo después unos ladrones les roban y violan a su hija. David verá hacerse añicos todas sus creencias en una tarde de violencia implacable.

 Traba amistad con Bev Shaw a quién confía el problema que se ha originado con su hija, que embarazada, se niega a denunciar la violación y a la posibilidad de abortar.

Desgracia, que obtuvo el prestigioso premio Booker, es una historia profunda y extraordinaria que no dejará indiferente al lector.



El autor
Ciudad del Cabo, 9 de febrero de 1940
J.M. Coetzee es un escritor sudafricano en lengua inglesa cuyo nombre completo es John Maxwell Coetzee. Cuando tenía ocho años, su familia se trasladó a Worcester, en la provincia de Karoo, una zona casi desértica, donde transcurrió su infancia.

Su identidad étnica nunca le resultó demasiado clara: en su familia inmediata se hablaba el inglés, pero con otros parientes pesaba más el lado afrikáner, de cuya cultura, sin embargo, Coetzee se sentía muy alejado. Su filiación religiosa no fue más diáfana, pues su familia no era practicante, y a la confusión del niño se añadió el hecho de crecer con compañeros protestantes, católicos y judíos. Su padre era abogado y, en casa, una figura cuya autoridad no siempre era bienvenida. Con su madre, profesora de escuela, sucedía algo muy distinto: el niño Coetzee desarrolló frente a ella un fuerte sentimiento de solidaridad y de mutuo apoyo, pero también de repulsión y de culpa. La niñez de Coetzee transcurrió en esos espacios alejados de la urbe y sus sofisticaciones.


Cuando tuvo que escoger estudios universitarios, se decidió por la Universidad de Ciudad del Cabo. En 1961 terminó, con resultados excepcionales, sus estudios de lengua y literatura inglesa y de matemáticas, esa doble disciplina determinó buena parte de su futuro inmediato, pues ese mismo año viajó a Londres con la intención de hacerse escritor, y fue su trabajo como programador informático el que le permitió costearse la vida en la metrópolis del imperio.

Coetzee fue contratado, no mucho tiempo después de su llegada, por IBM, pero el exceso de trabajo y la rutina pronto le resultaron insoportables, y, luego de renunciar a su trabajo, pudo dedicar más tiempo a la tesis en que estaba trabajando, un examen crítico de Ford Madox Ford con el que obtuvo, en 1963, su maestría en humanidades por la Universidad de Ciudad del Cabo. Dos años después subió a bordo de un barco italiano rumbo a Estados Unidos. Para ser precisos, su destino era Austin, Texas.

La Universidad de Texas sería su hábitat natural durante los años siguientes. Allí, entre varios trabajos filológicos, Coetzee escribió una disertación doctoral sobre la obra de Samuel Beckett, en la Sala de Manuscritos de la universidad encontró los cuadernos en que Beckett había escrito la novela Watt mientras se escondía de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. El descubrimiento lo marcaría para siempre, y Beckett se convertiría en una de sus influencias más notorias.

Hubo otros encuentros, tan accidentales como aquél: en la biblioteca encontró las monografías del etnólogo alemán Carl Meinhof acerca de lenguas sudafricanas como el hotentote. Eso le llevó a retroceder en el tiempo hasta encontrar los inventarios lingüísticos hechos por antiguos viajeros y misioneros, entre ellos uno de sus ancestros: Jacobus Coetzee.

En 1968, cuando se trasladó a Buffalo para trabajar como profesor en la Universidad Estatal de Nueva York, Coetzee comenzó la redacción de una especie de genealogía o memoria familiar. El texto acabó por convertirse en su primera novela: `Dusklands`. Para cuando la publicó, en 1974, ya había abandonado Estados Unidos, y llevaba dos años ejerciendo como profesor en la Universidad de Ciudad del Cabo. Ese puesto ocuparía la siguiente década de su vida.

Durante ese tiempo, Coetzee escribió y siguió publicando con una regularidad sorprendente, como si se hubiera fijado plazos de tres años para sus novelas. En 1977 apareció `En medio de ninguna parte`, la repercusión de la novela fue extraordinaria, y el Premio CNA, el más prestigioso del mundo literario sudafricano, fue para Coetzee una especie de presentación en sociedad.

Luego vinieron `Esperando a los bárbaros` (1980), `Vida y época de Michael K` (1983) y `Foe` (1986). En las dos primeras ahondó en la condición de su país, en la culpa de los blancos colonizadores y su posible expiación. `Vida y época...` ganó el Premio Booker, y situó a su autor en el ámbito más amplio de la prosa en lengua inglesa. En `Foe`, mientras tanto, Coetzee revisitaba el mito de Robinson Crusoe desde el punto de vista de una mujer que, según Coetzee, estaba en el mismo barco y que la novela de Defoe deja al margen, y reflexionaba sobre el impulso «marginador» de los hombres. El Premio Fémina de novela extranjera de 1985 y el Premio Jerusalén de 1987 confirmaron que Coetzee podía ser leído fuera del ámbito del colonialismo anglosajón. Mientras tanto, su posición académica se afianzaba, y en 1984 fue nombrado profesor de literatura general de la Universidad de Ciudad del Cabo.

Para entonces, Coetzee se había enfrentado con buenos resultados al conflicto que parecía preocupar a sus críticos más que a él mismo: ¿Cómo producir una literatura comprometida con su tiempo y a la vez capaz de incorporar los sofisticados rasgos de la prosa posmoderna? Después del experimento de `Foe`, Coetzee publicó su novela más clásica, `La edad de hierro` (1990), un texto deudor de la literatura confesional, y `El maestro de Petersburgo` (1994), dedicado a la figura de Fiodor Dostoievski. Con esta novela Coetzee saldó una vieja deuda -el escritor ruso es uno de los demonios presentes en su literatura- y demostró, de paso, que su trayectoria no estaba definida de antemano: cada nuevo libro significaría un nuevo desvío.

El siguiente desvío fue `Desgracia`, obra con la que ganó en 1999 su segundo Premio Booker. Esta novela se aleja del estilo alegórico de otros textos y en ella se utilizan procedimientos que pueden ser llamados realistas. La década de los noventa fue para Coetzee la década de la autobiografía. A pesar de sus dos libros de memorias, Coetzee no se dejaría absorber por el remolino mediático. En 2002 se mudó a Australia, y ejerce desde entonces como profesor de la Universidad de Adelaida. 


Recibió en 2003 el Premio Nobel de Literatura, poco después de la publicación de `Elizabeth Costello`. Era el segundo autor sudafricano en lograr el galardón, y la Academia sueca destacó la «brillantez y la honestidad intelectual» del autor, así como su «conciencia crítica».
Como sus libros, Coetzee ha hecho del aislamiento un valor. Su vida de novelista se ha mantenido al margen de los círculos sociales de la literatura, Coetzee escribe y trabaja en privado, y, al contrario de las tendencias contemporáneas, se ha asegurado de que sus datos biográficos interesen menos que sus novelas.

Desde esa perspectiva, ha llevado a cabo una de las obras más sólidas de aquello que ha dado en llamarse literatura poscolonial, aunque las etiquetas le importan poco: en sus novelas, la experiencia de su país, Sudáfrica, y la suya como hombre blanco en el territorio del apartheid, se han mezclado felizmente con el ejercicio de la crítica literaria, y han procurado no hacer del compromiso político el fetiche que es para tantos novelistas de territorios conflictivos.

El hecho de que haya logrado prescindir de la propaganda, y al mismo tiempo realizar un cuestionamiento de las realidades del colonialismo equiparable al de Joseph Conrad, es el verdadero testimonio de su potencia como artista y crítico social.



Comentario

Novela dura e inquietante sobre la condición humana y sus contradicciones, con el trasfondo de la Sudáfrica posterior al aparheid. Muy bien escrita y narrada con un estilo directo y frío, en el que la trama aborda temas como el machismo, el acoso, el sentido de la vida, el racismo y relaciones raciales y sobre todo la violencia, que no te dejan indiferente. Impactante. Recomendable.






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