martes, 3 de marzo de 2020

"Desolación" de Gabriela MISTRAL



Título: Desolación

Autora: Gabriela MISTRAL

Editorial: Andrés Bello

Temática: Poesía

Nº de páginas: 276

Edición: 2000
(1922-Nueva York: Instituto de las Españas en los Estados Unidos)


Sinopsis: 
Desolación es el texto de la producción literaria de Gabriela Mistral, donde comunica su sentimiento interior reflejado en cada uno de los poemas. Su primera edición apareció en Nueva York (Estados Unidos) en el año 1922 y 1923 fue publicada en Chile por la Editorial Nascimiento, 

La belleza y originalidad de la poesía de Desolación fue mérito suficiente para que, la hasta ese momento desconocida y joven poeta chilena, fuera tempranamente reconocida a nivel internacional. A partir de Desolación, Gabriela Mistral emergió como una de las más prometedoras escritoras latinoamericanas de la primera mitad del siglo XX.

Desolación constaba originalmente de cinco secciones: "Vida", "Escuela", "Infantiles", "Dolor" y "Naturaleza". En la edición chilena fue corregida y aumentada agregándose dos secciones más: "Prosa" y "Prosa Escolares y Cuentos". En la sección "Dolor" Gabriela Mistral incluyó "Los Sonetos de la Muerte", poema con el cual ganó los Juegos Florales de 1914.

Poemas que obedecen a los estragos emotivos que padeció la autora, por causa del suicidio de su prometido, Romelio Ureta. Al comenzar, describe la soledad, sintiendo su presencia como escondida por elementos que tienden a confundir : la bruma, la noche. Alude a su desgracia o mala suerte:  "ola de salmuera ", " tierra que no tiene primavera". Es decir, que no existe alegría en su vida.
La naturaleza es aliada en su dolor : un viento que solloza, una llanura vestida de blanco, color de la tristeza, la presencia de la muerte en los ocasos.

Piensa en el término de la vida : " la que hasta aquí ha llegado" La que se ha llevado a su amado. Entre él y ella se extiende un estado imposible de salvar, el mundo tangible y la dimensión escatológica.

El paisaje acompaña su duelo. Las grandes cumbres nevadas, los Andes tienen la cima en el cielo y las praderas en el suelo. Es un paisaje frío y desolado con la blancura como una luz pesada y totalizante que devasta el ánimo, que encarna soledad y entra en el hogar a través de su mirada de profunda pena. La inmensa nevada ha volcado la desolación sobre su vida.


La autora
1889   Vicuña (Chile) - Nueva York 1957
Gabriela Mistral fue una poetisa, diplomática, feminista y pedagoga chilena. Una de las principales figuras de la literatura chilena y latinoamericana. Publicó sus primeros poemas con tan solo quince años en un periódico de su localidad. Fue maestra hasta que dejó esta profesión en 1925.

Su verdadero nombre era Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, más conocida por su seudónimo Gabriela Mistral, utilizado por primera vez en el poema «Del pasado» publicado en diario «El Coquimbo» en 1908.

Trabaja de maestra y colabora en publicaciones literarias, apareciendo sus primeros escritos en 1904 en: «El Coquimbo», «Penumbras de La Serena» y «La Voz de Elqui de Vicuña».

Durante esta etapa empieza a escribir «Desolación» y colabora con la revista «Elegancias», que dirige Rubén Darío desde París. En 1914 obtiene el Premio Nacional de Poesía de Chile con «Sonetos de la muerte».
En 1922 se traslada a México para colaborar en los planes de reforma educativos de José Vasconcelos, político, pensador y escritor mexicano. En este país, en 1923 se publica «Lecturas para mujeres», y en Barcelona, la antología «Las mejores poesías». En 1924, invitada por el gobierno mexicano, viaja por Estados Unidos y Europa.

En 1925 es nombrada secretaria del Instituto de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones en Ginebra (Suiza) y asiste a distintos congresos por Suiza. En 1928 representa a Chile y Ecuador en el Congreso de la Federación Internacional Universitaria en Madrid, y trabaja en el Consejo Administrativo del Instituto Cinematográfico Educativo de la Liga de las Naciones, en Roma (Italia).

Durante la década de los 30, da clases en Estados Unidos en las escuelas Bernard College, Vassar College y en el Middlebury College. También viaja por Centroamérica y Las Antillas y colabora con las universidades de Puerto Rico, La Habana y Panamá. En 1933 es nombrada cónsul de Chile en Madrid, y en 1934 se la nombra hija adoptiva en Puerto Rico. Durante este periodo como embajadora, viaja por Lisboa, Guatemala, Francia, Brasil, Estados Unidos, México e Italia.

En 1938 aparece su libro de poesía «Tala» publicado en Buenos Aires, dedicado a los niños españoles víctimas de la Guerra Civil.

De tendencia modernista en sus inicios, su poesía derivó hacia un estilo personal, con un lenguaje coloquial y simple, de gran musicalidad, y un simbolismo que conecta con una imaginería de tradición folclórica. En sus obras expresó temas como el sufrimiento o la maternidad frustrada, así como inquietudes religiosas y sociales que responden a su ideología cristiana y socialista. Poetisa de acento genuino y entrañable, parte de su no muy abundante producción está dedicada a los niños (fue maestra rural durante quince años), y tal vez sea éste el aspecto más conocido y celebrado de su obra. Sin embargo, su verdadera personalidad se revela, sincera, poderosa y conmovedora, en versos por los que circula una intimidad dolorida y una ternura en busca de sus propios cauces de manifestación. Defendió la diferencia de los géneros en su obra más política, distanciándose de las luchas por la igualdad que sostuvieron las mujeres de su época.

El 10 de diciembre de 1945 recibe el Nobel de Literatura,  «por su poesía lírica que, inspirada por poderosas emociones, ha convertido su nombre en un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano»

En 1950 el premio Serra de las Américas de la Academy of American Franciscan History de Washington y en 1951 el Premio Nacional de Literatura de Chile. En 1953 es nombrada cónsul en Nueva York y también delegada de la Asamblea General de Naciones Unidas. Fue doctor «honoris causa» por la Universidad de Guatemala, Mills College de Oakland (California), y por la Universidad de Chile, entre otras universidades. Su obra está traducida a más de 20 idiomas


Montaje radiofónico realizado por Grupo de Teatro Trafulla, con una selección de poemas de Gabriela Mistral

Tras una larga lucha contra un cáncer de páncreas, Gabriela Mistral fallece a los 67 años el 10 de enero de 1957, en el Hospital General de Hempstead, en Nueva York. No murió sola, en todo momento fue asistida por Doris Dana.



Comentario
Libro de poemas, con lenguaje sencillo, que trasmite sentimientos profundos y trata temas en torno al dolor de la pérdida, la muerte, la frustración amorosa, la maternidad... La autora nos muestra la devastación y el dolor que sintió, tras vivir el suicidio de su amado, esa pérdida irreparable y trágica que sacudió su vida. Hay, también, en sus versos una cercanía clara y estrecha hacia lo religioso, en ocasiones:
   -Implora la piedad divina en plegarias, pero con cierta rebeldía

«¿Cómo quedan, Señor, durmiendo los suicidas?…
¿No hay un rayo de luz que los alcance un día?…
¿Para ellos solamente queda tu entraña fría, 
sordo tu oído fino y apretados tus ojos?

   -Otras muestra una desesperada angustia:  
                         «Padre mío que estás en los cie­los   
                         ¿ por qué te has olvidado de mí?»

Triste, hermosa, entrañable y profunda obra poética.  Muy recomendable.

      Desolación

La bruma espesa, eterna, para que olvide dónde

me ha arrojado la mar en su ola de salmuera.

La tierra a la que vine no tiene primavera:
tiene su noche larga que cual madre me esconde.
El viento hace a mi casa su ronda de sollozos
y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito.
Y en la llanura blanca, de horizonte infinito,
miro morir intensos ocasos dolorosos.

¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido
si más lejos que ella solo fueron los muertos?
¡Tan solo ellos contemplan un mar callado y yerto
crecer entre sus brazos y los brazos queridos!

Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto
vienen de tierras donde no están los que son míos;
y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos,
sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos.

Y la interrogación que sube a mi garganta
al mirarlos pasar, me desciende, vencida:
hablan extrañas lenguas y no la conmovida
lengua que en tierras de oro mi vieja madre canta.

Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa;
miro crecer la niebla como el agonizante,
y por no enloquecer no encuentro los instantes,
porque la "noche larga" ahora tan solo empieza.

Miro el llano extasiado y recojo su duelo,
que vine para ver los paisajes mortales.
La nieve es el semblante que asoma a mis cristales;
¡siempre será su altura bajando de los cielos!

Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada
de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.




 




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